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El juego de Pirlo

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Una semana antes del enfrentamiento de la temporada contra el Milan, la Juventus presenta un plan menos elaborado que el escogido a principio de curso. El juego ofensivo no fluye como debería. La brillantez de los primeros meses se ha diluido, los goleadores a priori titulares, como Vucinic y Matri, pueden perfectamente quedarse en el banquillo -como ocurrió ayer en Catania-, y sin embargo los esquemas de Antonio Conte siguen resultando competitivos. El grupo juventino conserva intacta la garra y el hambre de victoria: Son primeros, empatados a puntos con su máximo rival rossoneri, sin haber perdido aún ningún partido de liga.

El éxito de su temporada se centra de forma esencial en el rendimiento de un solo futbolista, el único que toma la iniciativa de las jugadas. Le han recuperado, después de un serio bloqueo de lucidez, para combatirle los títulos a su anterior equipo. La Juventus juega a lo que quiere Andrea Pirlo, máximo mandatario del fútbol blanquinegro.

Seguramente habrá algún caso más flagrante, pero la Juventus es uno de los equipos del fútbol europeo que más dependencia tiene de un miembro de su plantilla. No tanto para puntuar, sino más bien para efectuar un tipo de juego. En la mayoría de partidos el equipo turinés debe enfrentarse a rivales propensos a encerrarse en su campo. Pirlo juega por delante de la defensa, arrancando la jugada desde el círculo central. No hay otras opciones. Si el balón no pasa por los pies del centrocampista lombardo es o bien porque se ha producido un error en la salida o porque un compañero ha preferido optar por el juego directo. Pirlo logra escaparse de la presión -generalmente si recibe atrás no tiene un hombre encima-, para ofrecerse siempre en la construcción de la jugada. Si a un compañero le cuesta soltar el cuero, el mismo Pirlo se acerca a su zona, invade su espacio vital, y sin abrir la boca hace una reclamación autoritaria del balón. Una acción que parece un robo a un compañero. A partir de ahí es Pirlo quién decide por donde deberá transcurrir la jugada. Sin la colaboración de sus compañeros creativos en la construcción, el juego de la Juventus se transforma en una imagen global del ’21′ blanquinegro. Es lento pero constante, varía entre asociaciones en corto y desplazamientos largos directos, cuida lo estético y sufre cuando le cogen la espalda, porque no es rápido. Así es Pirlo y así jugó la Juventus ante el Catania (3-1).

La Vecchia Signora sufrió sin balón en el inicio, porque Pirlo no entraba en escena, y se recuperó cuando este se adueñó completamente del balón. Un protagonismo total, en todas las jugadas y también en las decisivas. Primero en la ejecución de la falta que empataba el partido y en la segunda mitad con dos asistencias de gol. Su partido fue maravilloso, y en cierta manera se cumplió la máxima de que con sus ideas mejora las acciones de sus compañeros. Aunque por otro lado ningún otro juventino destacó demasiado, y dio la sensación que frenando al tipo de las ideas, la Juventus no tenía por dónde salir.

Quizá la salida de Milán de Andrea Pirlo pueda explicarse porque Massimiliano Allegri prefiere no jugar a este fútbol, no tener a un comandante general en la medular y que sean los jugadores atacantes los que tengan la responsabilidad de inventar soluciones. Pirlo marca un ritmo determinado, y el Milan juega actualmente a uno muy distinto, mucho más elevado. Ya lo hacía la temporada pasada y puede que este sea uno de los motivos del rendimiento menos brillante del jugador. En la posición de Pirlo están jugando Mark Van Bommel o Ambrosini, futbolistas que en el juego de posesión simplemente tienen la misión de dar continuidad a la jugada, y no de dotarla de algo distinto. Por ejemplo, en el encuentro del Milán en Cesena, observamos el papel testimonial -pero necesario- de Van Bommel en el tercer tanto. Simple transmisor, pasarla al jugador de al lado para que la jugada no pierda ritmo. En cambio, en un supuesto, Pirlo hubiera levantado la cabeza hacia cinco direcciones distintas para luego escoger la mejor opción. Son dos formas de funcionar que describen a los dos mejores equipos de Italia, que se enfrentan la semana que viene en un duelo imperdible (Sábado 20:45). El Milan llega vitoreado por su éxito europeo ante el Arsenal, en su mejor momento. La Juventus no tan eufórica, pero con la táctica que un día usaron los rossoneri y que ahora defienden como propia. Que juegue Pirlo, y a ver qué sucede.


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